Y todos los días, el mundo te jalará de la mano y te gritará: “¡Esto es importante! Y ¡esto es importante! ¡Necesitas preocuparte por esto! ¡Y por esto! ¡Y por esto!"
Y cada día está en ti zafarte de un jalón, poner la mano en el corazón y decir, “No. Esto es lo que es importante”.
Iain Thomas
Leer el texto del escritor norteamericano Iain Thomas, nos confronta y nos invita a reflexionar sobre lo que sí es importante. Quizá uno de los temas imprescindibles que no habías considerado y que te invito querido lector, lectora a convertirlo en tu prioridad es: dormir.
Sí, el cambio más fácil, placentero y notorio que podemos hacer para obtener mayor calidad de vida es dormir. Hoy en día es muy fácil caer en la trampa de todo tamaño de pantallas y quedarnos hasta altas horas de la noche pegados a ellas como el adicto a su droga. Al día siguiente, pasadas unas cinco horas y al sonido del despertador, nos arrastramos a la regadera para intentar recuperar el alma y el cerebro para enfrentar el día.
Los estragos que las escasas horas de sueño cobran en nuestra salud se acumulan con los días; mas necios como somos los seres humanos, tenemos que pasar por una crisis de salud para revalorar lo que es importante. El doctor Michael Rozen, jefe de la Cleveland Clinic para el bienestar comenta: “Dormir es el hábito menos valorado de salud”, prácticamente todo en nuestra vida mejora con el simple hecho de dormir ocho horas.
Incluso hemos hecho del dormir poco, un símbolo de ser muy trabajadores, --Yo sólo necesito cinco horas de sueño, presumimos; cuando la mayoría de los errores que el ser humano comete suelen deberse a un exceso de cansancio. El sueño, sabemos --pero ignoramos--, mejora notoriamente la calidad de vida y el semblante. Hoy todos los doctores concuerdan en que son cuatro las cosas que nos mantienen jóvenes: el ejercicio, la alimentación, el cuidado de la piel y el sueño. Así que hoy hablemos del sueño.
La falta de sueño…
Un estudio de Duke University encontró que la falta de sueño se asocia con altos niveles de estrés y un mayor riesgo de enfermedades de corazón y diabetes. De la misma manera, encontraron que dichos riesgos eran mayores y más frecuentes en mujeres que en hombres.
Además, me parece vital saber que en otro estudio que se realizó en ratones en el 2013, se mostró que durante el sueño, el cerebro limpia los desechos dañinos de proteínas que se construyen entre las células, --por cierto, un proceso que puede disminuir el riesgo de Alzheimer. “Es como una lavadora”, comenta el profesor en neurocirugía Maiken Nedergaard de la Universidad de Rochester. Me gusta la analogía que hace al respecto y que Arianna Huffington narra en su libro Thrive. “Imagina que dentro de tu cerebro tienes una fiesta, puedes entretener a los invitados o limpiar la casa, pero no puedes hacer las dos cosas al mismo tiempo”. Y agrega: “El cerebro tiene energía limitada y en apariencia tiene que elegir entre dos funciones distintas –despierto y alerta o dormir y limpiar”. Muchos de nosotros hemos entretenido mucho y limpiado poco. ¿No es cierto?
La gasolina del cerebro
La energía mental es la gasolina del cerebro. Entre más energía tienes, más creativo te vuelves, mejor puedes trabajar y por más tiempo. Además de ser más productivos, más cooperadores y tener mejor humor, lo que se asocia con entusiasmo, fuerza, actividad.
Si el ritmo de vida que llevamos es desordenado, comemos a deshoras y trasnochamos ya sea por diversión o por trabajo, nuestras hormonas se salen de ciclo y esto se refleja en todo, especialmente en el sueño y la lucidez.
Por lo tanto, nuestros juicios, decisiones, humor y eficiencia se ven afectados. Surge la flojera, el adormilamiento y el mal humor, que se relacionan con estados de ánimo como pereza, tristeza, hostilidad y estrés.
Por si fuera poco, de acuerdo con las estadísticas, los desvelados consumen un 15 por ciento más de alimentos que los que duermen ocho horas. Como al día siguiente se sienten cansados, buscan comida “reconfortante” alta en azúcares y carbohidratos, léase donas, chocolates, galletas y demás, para conseguir energía. Además, el cuerpo resiente la fatiga, y piensa “Crisis a la vista”. Entonces, comienza a almacenar grasa, por si acaso se necesita.
¡No sólo eso! Investigadores de la Universidad de Chicago afirman que, con la falta de sueño, por lo menos diez hormonas se desestabilizan; no sólo dejamos de producir melatonina, el mejor antioxidante (menos melatonina, más radicales libres, igual a envejecer más rápido), sino que se afecta el apetito, la fertilidad, la salud del cerebro y del corazón.
Impide, también, la carga de la hormona de crecimiento necesaria para promover la creación de músculo y reducir la grasa. Entonces, la persona se hace bofa... sí, ¡flácida!
Por si todo lo arriba expuesto fuera poco, la falta de sueño deprime el sistema inmunológico y eleva los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en lugar de bajarlos, como debería. Si dormimos menos de ocho horas, al cuerpo simplemente no le alcanza el tiempo.
Y para terminar, la revista Science calculó que cuando una persona no ha dormido lo suficiente, una hora extra de sueño puede hacer más por su felicidad que un aumento de sueldo de un millón de pesos. ¿Cómo ves?