Todos lo hemos vivido: una vez que superas los pendientes de la época de Navidad, que terminas con los compromisos, los regalos, las prisas y demás, es que surgen – si así lo procuramos − emociones que le dan el verdadero sentido a éstas fechas: gratitud, amor, aprecio, perdón, generosidad y compasión. Antes ¡ni nos acordamos! Sin embargo, si supiéramos los beneficios que ellas tienen, quizá las traeríamos a nuestra vida de manera más consciente.
Hace apenas algunos años, tanto médicos como científicos no daban el menor crédito al impacto que las emociones positivas tienen sobre nuestro bienestar, en especial la gratitud. Hoy, cada día se publican más y más estudios sobre la conexión tan importante que hay entre la gratitud, la felicidad y la salud. Te comparto…
La gratitud, me atrevo a decir, puede convertirse en un camino espiritual de transformación. En la medida en que tú y yo seamos conscientes de todo lo que tenemos por agradecer, nos volveremos más perceptivos y receptivos a lo que el Universo o Dios nos regala. Es la gratitud por estar vivos, por tener una familia, por vivir con salud, por un trabajo que amamos; gratitud por los amigos, por tener brazos, piernas, ojos, pulmones y demás, que nos amplia la conciencia.
La gratitud sana, mejora el humor, la calidad de vida, la calidad del sueño; es la que nos conecta íntimamente con nosotros mismos y la que mejora nuestras relaciones.
Aún en las situaciones adversas, el agradecer lo que sí tenemos, lo que sí funciona en nuestra vida, aligera la percepción de cualquier tema que nos aqueje.
Cuando experimentamos la gratitud, pareciera que toda nuestra atención, pensamientos y esperanzas se mezclaran. Sentimos, en lo profundo del plexo solar, como si de momento nos conectáramos con algo mayor a nosotros que nos regala una mayor confianza en nosotros mismos. Pienso que de esos momentos de gratitud está hecha la felicidad. Y qué mejor momento que Navidad para ponerlo en práctica.
Para obtener todos los beneficios mentales, emocionales, físicos y espirituales que nos da el agradecer, es importante no sólo pensar en ello, sino sentir profundamente la experiencia de la gratitud. Es entonces cuando la emoción sale como una luz del corazón y se conecta con el Universo, Inteligencia Divina, Dios o como quieras llamarle.
Un poco de ciencia
En los estudios realizados sobre los efectos de la gratitud en nuestro cuerpo, cerebro y bienestar, los científicos del Greater Good Science Center (Berkeley, CA), junto con Templeton Foundation (West Conshohocken, PA), encuentran que la frecuencia y la intensidad con la que la experimentamos la gratitud, se relaciona con la reducción de estrés y de depresión, así como el aumento en nuestra calidad de vida.
Los cardiólogos Friedman y Rosenman, a finales de los años 50´s, fueron los primeros en describir los patrones de la personalidad “Tipo A” y todos los efectos nocivos que pueden causar las reacciones típicas como: estrés, competitividad, prisas, ansiedad por sobresalir y demás que se relacionan con mayores índices de enfermedades cardiacas y mortalidad.
Por el contrario, hoy los cardiólogos conductuales, estudian los beneficios que la espiritualidad, la meditación, el contacto con la naturaleza y las emociones positivas tienen sobre nuestro bienestar en general. Si partimos de que las enfermedades cardiacas son la primera causa de mortalidad en México, ésta información se vuelve relevante, además ¡es gratis!
Al sumar, la energía se multiplica
Si bien, podemos agradecer mentalmente aún los pequeños detalles durante el día, cuando lo hacemos de manera conjunta ya sea con amigos, con una comunidad o en familia y en voz alta, la energía que se crea en el ambiente, al sumarse se multiplica. Entonces, qué mejor lugar para agradecer y expandir la sensación en el grupo, que la mesa en la que toda la familia se reúne, en especial en Navidad, en donde los corazones suelen estar más abiertos.
Otra manera de agradecer es a través de la generosidad. Cuando esto sucede, te conviertes en la persona más sana y feliz sobre la Tierra. Algunos estudios, muestran una disminución del 60 por ciento de mortalidad entre aquellos que enfocan su atención en el otro. Además, les proporciona lo que se conoce como “el pico de los ayudadores”, similar al que le da a los corredores cuando tienen sus endorfinas al máximo − una sensación de dignidad, de gozo, de pasión que da ayudar a las personas −. Agradecer vía la generosidad, es encontrar un sentido de vida.
A través de apoyo de tipo económico, moral o en otra forma, ayudar a otros nos inspira esa gratitud por lo que la vida nos ha dado; y precisa y paradójicamente es lo que recarga nuestra felicidad. Pocas emociones superan aquella de saber que ayudaste a alguien. Agradecer y ayudar a otros, te ayuda a ti. Fortalece, además, tu sistema inmunológico, estimula las emociones positivas y disminuye el estrés.
Querido lector, de alguna manera, eso es de lo que la felicidad se compone: de encontrar nuestro camino hacia ella a través de las pequeñas cosas, a través de los instantes de gratitud y de generosidad. Esta Navidad busquemos cultivarlo y darle un ejemplo a las futuras generaciones.
Te deseo una Feliz Navidad y en lo personal, agradezco un año más de ocupar un lugar en estas páginas que se encuentran en tus manos.