¿Cuánto estrés has experimentado en el último año querido lector, lectora? ¿Mucho, regular, poco? Creo que puedo adivinar tu respuesta.
Es muy probable que todos los que vivimos en las grandes ciudades, califiquemos en la primera opción. Asimismo, la mayoría tenemos la idea de que el estrés es malo y que es el causal de una amplia gama de enfermedades que van desde un simple resfriado hasta padecimientos cardiovasculares ¿cierto?
Me emociona saber que los nuevos estudios sobre el estrés revelan que podemos transformarlo de nuestro enemigo a nuestro aliado. Y lo más importante es que al cambiar nuestra perspectiva sobre él, nos puede salvar hasta de un infarto. ¿Interesante, no?
La pregunta obligada sería ¿Si cambio como pienso acerca del estrés me vuelve mas sano? La respuesta de la doctora Kelly Mcgonigal en su libro The Upside of Stress es si. Veamos:
La prueba de “Estrés social”
Imagina que llegas voluntariamente al laboratorio de la Universidad de Harvard junto con un grupo de personas que no conoces para formar parte de un estudio al cual te invitaron a través de un panfleto. Accediste sin saber a qué te ibas a exponer.
Una vez ahí, te piden que pases al frente a improvisar una charla de cinco minutos sobre ¿qué crees? ¡tus debilidades! Y además, frente a un panel de evaluadores expertos. Para asegurarse de que sientas la presión suficiente y hacerlo más real, vas a tener luces intensas sobre ti y una cámara de video grabando tu ponencia. ¿Ya te estresaste? Bien.
Lo que no sabes es que los evaluadores están entrenados para darte una retroalimentación de desapruebo a través de sus caras, gestos y lenguaje no verbal. Si, tu peor pesadilla, pero te pido sigas conmigo y te imagines en esa situación.
Una vez que estás con la moral en los suelos, te dan la segunda parte de la prueba: un examen de matemáticas. Lo que también ignoras es que el que realiza el experimento, tiene indicaciones de hacértela difícil y acosarte durante el examen. Se trata de contar hacia atrás a partir de 996 de siete en siete, tan rápido como puedas, ¿listo?
En cuanto el investigador da la orden de empezar, te va a presionar para que tu conteo sea más rápido, más rápido…hasta que escuchas “Para, para, no eres muy bueno en esto, verdad? Uff, como te equivocaste, hay que iniciar de nuevo otra vez”. ¿Cómo te vas sintiendo?
Si en verdad estuvieras en la prueba que –de hecho se llama “Estrés social”, es muy probable que te sientas estresado, tu corazón lata con fuerza, que transpires y respires de forma más acelerada. Estas señales son claras manifestaciones de estrés, de ansiedad, causadas por la presión y la sensación de no estar resolviendo satisfactoriamente las pruebas. Te sentirás incompetente e inseguro. Hasta aquí nada es novedad.
Una nueva visión
Pero ¿qué pasaría si todas estas reacciones naturales de tu cuerpo las tomaras de otra manera completamente diferente? Si, como señales de que tu cuerpo a través del corazón, de la respiración acelerada y de la transpiración, te ayuda y te carga de energía, llevando mayor oxígeno a tu cerebro para prepararte a enfrentar el desafío de la mejor manera posible.
Eso es exactamente lo que se les dijo –dentro del mismo estudio, a otro grupo de personas. La diferencia, es que los aleccionaron previo a que los expusieran a las pruebas de estrés social. Estos participantes que vieron las respuestas de su cuerpo como positivas para el desempeño, se mostraron mucho menos estresados y mucho más confiados y seguros de ellos mismos, pero “Lo más fascinante del estudio fue como el cuerpo también cambió su respuesta al estrés”, comenta Mcgonigal.
La típica respuesta del organismo al estrés es provocar un aumento de ritmo cardiaco por lo tanto, las vasos sanguíneos se contraen como si la sangre tuviera que pasar a través del agujero de una dona, en lugar de un anillo; de hecho esta es una de las razones por la cual se asocia el estrés con padecimientos cardiovasculares.
Lo curioso es que en el estudio en que los participantes vieron su respuesta como saludable y útil, sus vasos sanguíneos no se contrajeron y se mantuvieron ¡relajados como un anillo!
“Aunque el corazón seguía latiendo fuerte, esta respuesta es mucho más sana, de hecho es igual a cuando tenemos momentos de alegría y de valor”, comenta Mcgonigal. ¿Te das cuenta del poder de una creencia?
Lo maravilloso de este descubrimiento, es que a lo largo de una vida estresada como la de cualquiera de nosotros, este único cambio mental y por ende biológico, podría ser la diferencia entre tener un infarto de corazón inducido por estrés en una edad joven o vivir bien hasta los 90 años de edad.
Ahora que sabes esto, espero que te des cuenta de lo importante que es cambiar nuestra visión sobre el estrés: te puede salvar la vida. La próxima vez que sientas esa familiar sensación del palpitar acelerado de tu corazón junto con respiración agitada y transpiración, sólo agradece a tu cuerpo la ayuda que te da para a enfrentar la plática que vas a dar o cualquier reto al que te expongas. Dile “Querido cuerpo ¡mil gracias! No sé que haría sin ti”. Tu cuerpo te lo va a agradecer, cambiará toda su química hormonal y sanguínea y por ende vivirás más saludable.