¿Qué hace que el corazón lata? ¿Te lo has preguntado? Pum, pum, pum, pum, escucho el sonido opaco del latir constante del corazón de Pablo mi esposo cuando me recargo sobre su pecho y vemos alguna serie de televisión. La sensación provoca un poco de inquietud, de angustia e ignoro el por qué, cuando es gracias a ese latido que él está vivo.
Quizá lo anterior se deba al hecho de pensar en lo incansable que es éste órgano que no depende de nadie; que es autónomo, es autosuficiente, que actúa por si mismo y que desde el día en que nacimos, nunca descansa.
Reflexiono en lo anterior después de enterarme de la muerte súbita de un joven de veintidós años por un paro cardiaco en plenitud de la vida y amante del deporte. Esta es una de esas historias en que la vida –siempre bondadosa--, nos parece absurda, injusta y se queda sin respuesta.
El alimento que daña, no entra por la boca
La pregunta que intriga es ¿Por qué un día --de un instante a otro--, el corazón decide parar de trabajar? ¿Se debe sólo cuestiones relacionadas con el estilo de vida como la alimentación y el ejercicio? Nos han dicho que los padecimientos cardiovasculares son por mucho, la mayor causa de muerte por enfermedades en el mundo.
Mas en ésta entrega no pretendo hablar de las causas de tipo físico. Si bien la genética y el estilo de vida afectan la salud física de nuestro corazón; con frecuencia soslayamos el hecho de que cuidarlo desde un punto de vista más allá de lo físico, es igual de importante.
La invitación en esta ocasión es a ocuparnos y a enfocarnos en el corazón del corazón, es decir en su energía. ¿Cómo cuidar a ese órgano responsable de enviar la corriente insaciable de vida y alimento a los cincuenta trillones de células que compone nuestro cuerpo a través de la sangre?
¿Sabías por ejemplo, que bastan sólo unos minutos de pensamientos nocivos como odio, rencor, ira o envidia para que dicha emoción contamine la sangre? Y dicha contaminación consiste --entre otras muchas repercusiones, en que se convierte en bilis. Es por eso que el alimento que sana o daña no es lo que entra por la boca, sino el que sale de la mente y el corazón.
El campo electro-magnético
Lo anterior se debe a que el pensamiento es un impulso eléctrico que contiene información y organización. Basta traer a la mente un recuerdo feliz o triste en tu vida, para que entonces el pensamiento vaya al hipotálamo –que es como la farmacia del cerebro--, y surta una serie de neuropéptidos que viajarán por todo tu organismo a través de la sangre. Al llegar al corazón, crea una emoción que a su vez genera hormonas que afectan el sistema endócrino, el sistema inmunológico y forman un campo electromagnético. Cuando lo anterior se expresa, lo llamamos un estado de ánimo.
A partir de ese estado de ánimo determinado, el corazón emite ondas coherentes o incoherentes a todo nuestro organismo, lo que finalmente se traduce en salud o enfermedad.
“Coherencia es el estado en el que el corazón, la mente y las emociones, cooperan al alinearse energéticamente” de acuerdo con Rolling McCraty, el presidente de investigaciones de HeartMath Institue en California.
Lo asombroso es, que a nuestro campo electromagnético le atrae aquellas personas que vibran en su misma frecuencia. Quizá has podido comprobar que cuando te enamoras, el amor genera una coherencia interna, una la luz interior que se expresa en cada poro y se convierte en un atractivo físico irresistible, en energía y en salud.
La buena noticia es que todos podemos entrenar al corazón a crear estados coherentes a voluntad y a aprender a reaccionar con mayor ecuanimidad en situaciones estresantes. De acuerdo al doctor Joe Dispenza, en la medida en que generemos coherencia vamos entrenando a la incoherencia, lo que mejora los patrones de nuestro ritmo cardiaco.
Para cultivar el amor
El HeartMath Institute, nos enseña técnicas para crear mayor coherencia como la siguiente:
Cierra los ojos y por unos minutos enfoca tu atención en el corazón. Valora el hecho de que dicho órgano es el centro energético de tu cuerpo. Inhala y exhala de manera lenta y profunda mientras imaginas que el aire entra y sale por el corazón. Notarás que esto te relaja de inmediato.
Enfócate en todo aquello que amas: personas, lugares, actividades, así como en la belleza y en lo que agradeces. Siente y sostén la emoción, no sólo la pienses. Elige dos cosas cada día por las mañanas y recuérdalas con frecuencia mientras realizas tus actividades. Observa cómo te sientes. Por las noches antes de dormir, repite el ejercicio y atesora una sola cosa al cerrar los ojos.
La frecuencia es importante; procura repetir el ejercicio al menos tres veces al día. La meditación, el silencio, el contacto con la naturaleza y practicar yoga facilitan realizar el ejercicio.
Entre más cultives el bienestar del corazón a nivel energético, éste aprenderá a generar mayor coherencia, lo que te llevará a tener no sólo mejor salud, sino influenciará de manera positiva en tus relaciones, en tu trabajo y en tu manera de percibir la vida.