“¿Alguna vez te has visto con los ojos que te ven los demás?”
Esta pregunta me hizo reflexionar. La respuesta es no, no lo he hecho, y temo que si lo hiciera el resultado sería igual a como cuando crees que realizas muy bien un deporte y alguien te toma video: al verte en la pantalla te das cuenta de la cantidad de errores que cometes y no te habías percatado. Nuestro punto ciego suele ser muy amplio. Se necesita despertar a nuestro observador interno para cambiar esa realidad. Es decir estar conscientes de nuestros actos.
Visto así, plantearnos la pregunta de manera constante puede ser un buen camino de crecimiento interior.
El experimento de la doble rendija
Uno de los temas que más me han impactado conocer es el del “efecto onda-partícula”, con el que se descubrió que el observador incide en la realidad.
Sabemos que el juego de la existencia está lleno de posibilidades, pero sólo la que observo es la que se convierte en mi realidad y esto es lo que este asombroso experimento demostró. Permíteme compartirlo.
Efecto partícula: imagina una placa grande de metal en cuyo centro se abre una rendija vertical que casi la parte en dos, a través de la cual se puede ver fácilmente la pared de atrás.
Ahora, piensa que frente a la placa colocas una máquina que dispara canicas y la haces funcionar. Pronto te darás cuenta de que en la pared de atrás se dibuja una raya vertical que espejea la rendija a través de la cual las canicas pasaron e impactaron la pared. ¿De acuerdo?
Ahora, supón que a la placa le abres otra rendija paralela a la anterior –como una vía de tren–, y la máquina que dispara canicas vuelve a proyectar en la pared de atrás el mismo patrón de vía de tren.
Efecto onda: si sumerges la placa con una rendija al agua y tiras una canica, ésta generará ondas que pasarán por la rendija y se expandirán hasta llegar a la orilla. Pero, cuando se hizo la segunda rendija a la placa sucedió algo diferente: las ondas se multiplicaron al pasar por ambas ranuras y, por ende, las bandas proyectadas en la pared, también: en lugar de dos, se volvieron diez, a lo que se le conoce como “patrón de interferencia”.
Lo intrigante y misterioso es que al hacer este mismo experimento con electrones –que son pequeñísimas partículas de materia–, estos se comportaron como onda en lugar de como partícula, es decir, no formaron dos líneas como se esperaba, ¡formaron diez líneas en la pared!, es decir, crearon un “patrón de interferencia”. ¿Por qué? Los científicos no se lo explicaban.
Así que decidieron disparar uno a uno los electrones para eliminar la teoría de que chocaban entre sí; después de una hora, el patrón de interferencia se volvió a formar. Los científicos estaban completamente desconcertados. Luego, decidieron observar a hurtadillas con un medidor para registrar la ranura por la cual pasaban los electrones. ¿Y qué crees? Aquí viene lo más increíble: los electrones, al ser observados dejaron de comportarse como onda y se comportaron como partícula, es decir, dibujaron en la pared sólo dos bandas.
La sola observación del electrón provocó que éste se comportara de manera diferente, como si fuera consciente de que era observado. ¿No es increíble? Esto es uno de los fundamentos de la física cuántica que nos llevan de la realidad a mi realidad.
Vernos con los ojos de los demás ayuda a despertar nuestra conciencia y a crear la mejor versión de nosotros mismos. El observador es el camino…