relación íntima | Gaby Vargas

relación íntima

Mantener con la pareja una relación íntima sana puede ser de los deleites más apasionantes de la vida. Por el contrario, tener una intimidad fracturada se puede volver una pesadilla. Pero, ¿qué hace que la intimidad en pareja no sólo sea “llevadera”, sino gozosa? Es claro que no es un tema de suerte ni de la casualidad, es algo que requiere trabajo.

 

Las relaciones siempre comienzan llenas de sueños: buscamos sentirnos amados, aceptados, protegidos o mimados por el otro, dentro de un gran abrazo mutuo de amor y pasión. Ése es el aura que emana la pareja el día de su compromiso formal; sin embargo, pronto la esperanza se enfrenta con la cotidianidad: se impone la lucha por los territorios, espacios físicos, emocionales e ideológicos. Es entonces cuando la amenaza del abismo aparece.

 

Si bien el éxito en la intimidad es un asunto de inteligencia, de saber negociar, tener sensibilidad, ceder, comunicarse desde el corazón, escuchar, estar, reírse juntos y mantener la complicidad, es, ante todo un asunto de querer querer, como decía mi padre.

 

Cuántas personas después del divorcio se percatan de los detalles que hubieran salvado su relación. Aquí algunos de ellos:

 

  • Cuídate de la comodidad y la flojera. Nunca, pero nunca tomes al otro por un hecho. Haber creado un compromiso en el día de la boda no es garantía de permanencia ni cercanía. La intimidad se alimenta de transparencia, voluntad y de… detalles, detalles, detalles.

 

  • Ámate a ti mismo. Sé feliz, sé coherente, ama la vida. Esto enciende la felicidad en tu pareja y es la base de una buena relación. Nada es más atractivo que una persona que se tiene a sí misma. Y procura que tu bienestar no dependa de lo exterior, empéñate todos los días en alcanzar la mejor versión de ti mismo.

 

  • Recuerda que el otro es libre. Él o ella no tiene por qué estar contigo. Si está es porque quiere y te quiere. Atesóralo. Pregúntate: ¿cómo contribuyo a que la vida de mi pareja sea mejor?

 

  • Cultiva una relación de presencia, no de apariencia. La superficialidad destruye la intimidad. Cuando estés con tu pareja dale tu presencia completa; mírala, escúchala y entiende lo que hay detrás de las palabras. Nada nos hace sentir más importantes que sentirnos mirados y comprendidos por el otro. Procura momentos, días y viajes solos, sin hijos, sin amigos, sólo ustedes dos. Para conectar el alma todos necesitamos tiempo para mirarnos con profundidad el interior.

 

  • Vive las tres “t”: transparencia en tu sentir, en tu actuar y en tu decir; ternura en tu trato y tiempo para el reencuentro y para el amor.

 

  • Decide ver su lado bueno. Enfócate en aquello que amas de tu pareja. Recuerda lo que te enamoró cuando eran novios, y considérate una persona afortunada por estar a su lado. Si lo haces, el otro lo sentirá y la energía se transformará.

 

  • Ama al otro como es. Acepta que con el tiempo los dos cambian. Ni tú ni tu pareja son los mismos de hace unos años, ni lo serán en los próximos. Nuevamente, es una cuestión de querer querer.

 

  • Disfruta, relájate, ríe. Deja de tomarte tan en serio la vida, las circunstancias y a tí mismo.

 

  • Conoce qué lo hace sentirse querido. Llena su alma. Encuentra su forma preferida de sentirse validado, lo que Gary Chapman llamaría su “lenguaje del amor”.

 

  • Dale su espacio. Que encuentre y cultive su pasión, su pasatiempo, su deporte, sus amistades. Todos necesitamos un espacio para renovarnos y para reencontrarnos con nosotros mismos.

 

Al final del día, una buena relación no se da, se trabaja. Así que busca y date tiempo para la intimidad.

 

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