Es absurdo pero real. En la calle cuidamos la cartera o la bolsa para que nadie nos las robe, sin embargo, permitimos que un pensamiento o una emoción negativa nos robe la paz en cualquier momento y lugar. Cuando la mente pierde la paz, el corazón también y, por ende, todos nuestros sistemas se desarmonizan: el digestivo, el respiratorio, el endocrino e inmunológico, por nombrar algunos.
¿Cómo te sientes, por ejemplo, después de haber tenido un disgusto muy fuerte con tu jefe, tu pareja o un hijo? ¿Cómo duermes, cómo funciona tu digestión, qué tan buenas son tus defensas y qué tanta claridad mental tienes?
La discordancia en nuestros sistemas se refleja principalmente en el desgaste de ese recurso personal que damos por un hecho y al que no le damos el valor que se merece: la energía. Sin ella, simplemente la vida no es vida.
Cuando estamos conflictuados, el cortisol u hormona del estrés provoca que nuestros compases internos toquen a ritmo de staccato. Lo cual, si se prolonga por días o semanas, tiene una serie de secuelas; entre ellas, la de que nuestra batería interna se agote o que el cuerpo entero entre en huelga, como personalmente he comprobado que sucede.
Todas las personas que administramos un gasto, realizamos de manera constante un balance de entradas y salidas en nuestras finanzas. Si un día gastamos de más, al día siguiente vemos la manera de reponerlo. Sin embargo, nunca se nos ocurre hacer un balance de nuestra energía. Pero, ¿conoces algún recurso más valioso?
Piensa, cuando no tienes energía, no tienes salud: así de simple. Si no tienes energía no puedes trabajar. Tu vitalidad es la que, finalmente, te da la habilidad de ganar, invertir y gastar o llevar a cabo lo que sea, llámese dinero, relaciones o trabajo.
Te invito a que por un momento imagines un día de tu vida sin este bien. No podrías levantarte, hacer ejercicio, viajar, leer o relacionarte. Sin energía, ninguna de tus posesiones tendría el menor sentido. Y hasta que lo vives, lo comprendes. ¿De acuerdo?
La bbc de Londres mostró en un reportaje sobre la energía que, en una crisis económica, durante la que tanto los gobiernos, como las empresas y las personas recortan gastos, el único producto que la gente sigue comprando o incluso compra más es el chocolate. De hecho, las compañías de café tampoco se ven afectadas. ¿Y qué proporcionan? Energía.
Estamos formados –como todo en el universo– por sistemas de energía. A diario amanecemos con una cantidad determinada que gastamos y reponemos. Si bien el sueño, la alimentación y el ejercicio nos dan energía, no son tan determinantes como creíamos.
Piensa en cómo te sientes cuando estás enamorado ¿Cómo están tus niveles de energía? ¿Importan las horas de sueño o lo que ingieres? Ahora, te invito a pensar en algo que te frustre o enoje. ¿Cómo te sientes? Nota lo que sucede con tu energía. ¿Percibes la diferencia?
Resulta que nuestros niveles de energía tienen que ver más con nuestras emociones que con nuestras circunstancias. Así que reflexiona: ¿quién genera esas emociones y permite que determinado pensamiento o emoción secuestre la mente y el cuerpo? Nosotros, tú y yo. Nadie más.
Las emociones son las principales manipuladoras de nuestra fisiología, unas drenan y otras recargan la energía. Las que drenan son la ira, el resentimiento, la culpa, la ansiedad y el temor. Y las que recargan son el amor, la gratitud, la compasión y el orgullo.
Tú eliges los sentimientos que quieres cultivar cada día y por tanto determinas qué tan grandes o pequeñas son tus reservas de energía.