Verlo salir a escena atemorizaba a cualquiera. La reacción del público de la lucha libre de inmediato se dividió: mientras unos lo apoyaban con gritos y puños cerrados al aire, otros lo abucheaban y le gritaban groserías.
Se trataba de un hombre de piel negra y cabeza rapada de dos metros de altura y mirada amenazante. Sus brazos musculosos eran del ancho de una sandía –y no exagero–; tenía barba como piocha y una gruesa cadena al cuello. El publico enloqueció.
“Me lo encuentro en la calle y me muero”, le comenté a la persona que nos invitó a mi esposo y a mí, que conocía muy bien a todos los luchadores. “Pues no me lo vas a creer, pero este luchador es un pan de Dios, todos sus compañeros lo quieren mucho”, me respondió. ¡No lo podía creer! Pero cuando supe lo anterior mi percepción cambió por completo.
La percepción lo es todo
En realidad lo que el cerebro nos envía como información a través de los cinco sentidos es una ilusión. Lo que experimentamos como real, no es del todo real. Cuando no tiene información, el cerebro emplea todo tipo de atajos y estrategias ingeniosas neuronales para llenar los huecos.
Creemos que todo lo que vemos, saboreamos, tocamos, olemos y escuchamos es acertado; mas no siempre es el caso, según dice el doctor Jack Lewis en su libro Sort your brain out. Lo curioso es que sólo la parte central del campo visual es clara como el cristal. Todo lo demás, creámoslo o no, está borroso. Sólo el centro de la retina llamada fovea puede ver en color, el resto lo capta en blanco y negro y en tonos de gris.
Haz la prueba
Estira los brazos frente a ti en el centro de tu campo visual y coloca los pulgares juntos hacia arriba, ésa es precisamente el área que la fovea puede cubrir, sólo ahí detecta los colores. Entonces, te preguntarás por qué puedes ver color en la periferia. La razón es que tus ojos se mueven constantemente para obtener con la fovea “fotografías” con una resolución mayor, así como información a colores. ¿No es increíble? Además, estos movimientos son tan sutiles y rápidos que no los percibimos.
Si no estás convencido, intenta lo siguiente: cubre tu ojo izquierdo, con el ojo derecho ve la “O” de abajo. Ahora, lentamente acerca el periódico hacia ti. Verás que en algún punto, antes de que tu nariz toque la página, la “X” desaparece. Este punto ciego siempre lo has tenido, mas tu cerebro llena los espacios de información a través de la percepción.
O X
Asociar vs asumir
Como vimos, sólo por asociación asumimos que algo es real y nos cegamos a la verdad. Veamos hasta qué grado:
Una mañana fría de enero en el metro de la ciudad de Washington se escuchaba a un hombre tocar el violín, tenía una caja de cartón al frente para recibir monedas. Durante 43 minutos el hombre tocó sin parar. De las casi cien mil personas que pasaron frente a él sólo un puñado se detuvo a escucharlo –curiosamente, varios niños. El resto pasó indiferente al talento. Sólo le dieron 32 dólares. Resulta que quien tocaba era nada menos que Joshua Bell, uno de los violinistas más famosos del mundo, quien hacía tres días había abarrotado el Boston Symphony Hall con el costo de entrada a un promedio de 100 dólares.
Podemos ver que el contexto dentro del cual obtenemos la información tiene mucho que ver con lo que asumimos como real. Además, lo que los sentidos perciben como vista, sonidos, gusto, tacto y olfato son meramente creados por el cerebro a falta de una información completa y no reflejan la realidad de las cosas.
Así que no te dejes engañar por lo que tus sentidos te informan.