Un rey muy poderoso, ataviado con finos ropajes y joyas, realizó una larga travesía en busca de un viejo sabio para que le ayudara a encontrar la verdad. A su encuentro, el rey le preguntó: “¿A qué necesito renunciar para encontrar la verdadera paz y felicidad?”.
El sabio respondió: “No necesita renunciar ni a su poder ni a sus riquezas, majestad. La pobreza no es el camino hacia la felicidad. Pero hay algo a lo que sí tendrá que renunciar y quizá le sea más difícil; me refiero a su forma de pensar”.
¿Renunciar a la forma de pensar?, vaya tarea. ¿A qué se refiere? Bien decía Gurdjieff, “La gente es capaz de desprenderse de todo menos de su sufrimiento.” ¿Cuántas veces los pensamientos negativos secuestran tu mente durante el día? Pueden ser constantes frases como: “No lo voy a lograr”, “Mi pareja ya no me quiere”, “Me veo fatal”, “Nunca podré pagar mis deudas”, “Qué tonto soy”, etcétera.
Nuestra mente es como una estación de radio que emite mensajes las 24 horas del día. De acuerdo con los científicos, el número de pensamientos que generamos al día es de alrededor de 60 mil; es decir, uno por segundo durante el tiempo en el que estamos despiertos. Lo que habría que vigilar es qué porcentaje de ellos es negativo.
Además, si observamos, 95 por ciento de dichos pensamientos son los mismos que tuvimos ayer, antier y anteayer. Lo que preocupa es que de estos, se calcula que alrededor de 80 por ciento son negativos. Es decir, en un día normal, por nuestra mente pasan más de 45 mil pensamientos negativos. A lo anterior, el doctor Daniel Amen, un reconocido especialista en imágenes de cerebro, le llama: ants (Automatic Negative Thoughts).
Lo anterior, por supuesto, tiene un efecto psicológico profundo que afecta varios aspectos de nuestra vida. Por ejemplo, se ha demostrado que tener pensamientos negativos como juzgar, preocuparse y resentir, estimula las áreas del cerebro involucradas con la depresión y la ansiedad. En cambio, los pensamientos positivos tales como confiar, apreciar, amar y pensar tranquilamente, tienen un efecto calmante y benéfico para el cerebro.
Las investigaciones comienzan a encontrar el porqué las experiencias negativas son tan pegajosas en la memoria. Para sobrevivir, el ser humano, pone su atención selectiva en lo negativo; esto es así desde la época de las cavernas. “Nuestro cerebro es como velcro para la negatividad: todo se le adhiere; y como teflón para la positividad: todo se le resbala”, explica el doctor Rick Hanson, investigador del cerebro y psicólogo.
Lo bueno es que para disminuir el porcentaje negativo hay una salida. El secreto está en aceptar una verdad: no siempre tus pensamientos son ciertos. Al apuntar los pensamientos negativos con una linterna, podrás darte cuenta de que es posible que en realidad no tengan fundamento y, por lo tanto, tendrás la opción de no creerles, así les quitarás mucho de ese poder que nos hace la vida miserable.
Cuestiona tus pensamientos
De hecho, si nos percatamos, no son los acontecimientos los que nos hacen sufrir, sino la historia que creamos en la mente acerca de esos acontecimientos.
Por otro lado, se ha demostrado lo maravillosa que es la neuroplasticidad de nuestro cerebro. Al cambiar de manera consciente nuestra forma de pensar hacia lo positivo, la bondad y la felicidad, los caminos neuronales de la negatividad se encogen, los positivos se ensanchan y así vemos la vida a través de otra lente.
Los pensamientos van y vienen, procura cuestionarlos y dejarlos ir; recordemos al viejo sabio: “Renuncia a tu forma de pensar”.