¿Recuerdas la frase que Snoopy, el famoso perro del caricaturista Charles Schultz, hiciera famosa? “La felicidad es…”. Y cada quien completabamos la oración de acuerdo con el propio concepto, por ejemplo: salud, riqueza, una sensación de paz, una pareja maravillosa, un buen coche, un viaje, en fin.
Solemos pensar que la felicidad está afuera, allá, en la otra esquina, como diría Vargas Llosa; sin embargo, las recientes investigaciones científicas demuestran que la felicidad es un estado mental, que nos hace sentir serenos y en armonía con el mundo.
Sin embargo, según el doctor Eric R. Braverman, director de PATH Medical Centers en Nueva York, la felicidad no depende del todo de nuestra voluntad: hay una sustancia responsable de darnos ese estado mental, una especie de llave para sentirnos felices. Sin ella, no podemos lograr ni estabilidad ni calma. Se trata de la serotonina.
Cuando durante el día tienes altos los niveles de serotonina, tu humor es maravilloso, te sientes bien, con ánimo y energía; y durante la noche, duermes como bebé.
En cambio cuando los niveles de serotonina son bajos, te sientes deprimido, no duermes bien y tu mente se llena de miedos y fobias extrañas. Braverman afirma que la mayoría de nosotros navega en medio de los dos extremos.
La serotonina controla los mensajes bioquímicos que salen del cerebro, crea la electricidad para el descanso y equilibra las urgencias por comer compulsivamente.
Si al cerebro le falta esta sustancia, el lado derecho -que es el creativo- y el izquierdo -que es el racional-, se desconectan. Cuando esto pasa, simplemente no podemos pensar claramente, nos sentimos cansados, inestables, irritables, sin energía, emocionalmente fuera de control.
Aunque en casos extremos la ausencia o descenso de serotonina es algo que un médico debe atender, también hay muchas formas para recuperar el balance de manera natural y sin efectos secundarios.
Una simple sustancia
Lo irónico es pensar que el origen del problema está en la falta de una simple sustancia que se fabrica en nuestro cerebro a partir de unos aminoácidos como es el tryptophan –precursor de la serotonina, el cual podemos aumentar a través de lo que comemos y de suplementos alimenticios.
De hecho, dormir ocho horas también es una forma de restaurar nuestra mente y cuerpo. Los niveles de serotonina no sólo controlan nuestro sueño, sino que ayudan a lograr que éste sea profundo.
Por el contrario, si no descansamos bien, el cerebro se queda sin pilas, no se sincroniza y acaba desencadenando una cascada de achaques que no alcanzaría este espacio para enumerar.
Los alimentos como el pavo, la avena, las moras, el plátano, el salmón, los huevos, el queso cottage y la fruta fresca son algunos de los que contriubeyen a elevar los niveles de tryptophan, por lo que son antidepresivos naturales.
Nuestros pensamientos, emociones y actitud hacia la vida influyen en tu perfil bioquímico, por lo que está en nuestras manos crear un mundo interior sano.
Podemos concluir, entonces, que la felicidad comienza en el cerebro. Lo demás depende de nuestra actitud ante la vida y de cómo decidamos vivirla. Si tenemos una actitud positiva, disfrutamos lo que hacemos, lo que tenemos, lo que somos y damos gracias por ello, entonces podremos decir que, habremos encontrado la felicidad.