Vemos a una pareja que discute con agresividad mientras mueve las manos agitadamente. De repente, él saca el celular para tomarse una selfie, ella se une de inmediato y los dos sonríen como si celebraran su aniversario.
Una vez enviada la foto a las redes sociales retoman la discusión y las caras de reclamo y descontento reaparecen. La escena se repite varias veces. Para dejar claro el mensaje: somos una sociedad que gusta de fingir y evita ver la realidad.
Este video me llamó la atención porque refleja la realidad. En las redes sociales solemos ver las vidas perfectas y felices que viven los demás mientras recorren el mundo entero. Abrazos familiares, parejas románticas en atardeceres perfectos, pasteles de cumpleaños rodeados de amigos, en fin. Si cuando vemos las fotos nos sentimos tristes, solos, enojados o heridos, pensamos que estamos mal y que nuestra vida es un pantano sin remedio, en el que nos inundamos de estrés. Entonces buscamos “algo” que nos saque rápido del pozo y nos evite pensar o sentir.
Terapia de exposición imaginativa
Las emociones son como el foquito del coche que se prende en el tablero para avisarnos que ya no tenemos gasolina. Cuando eso sucede, lo último que haríamos sería fingir y seguir adelante como si todo estuviera bien. Por supuesto que lo sensato y recomendable es abastecerse de combustible.
No hay emociones negativas, todas son avisos para tomar conciencia de algo que tenemos que atender o abastecer: más amor, más perdón, más responsabilidad, más compasión, tú nómbrala. Aun las emociones muy dolorosas, como el duelo o el dolor del desamor se convierten en aliadas cuando las honramos, pues nos hacen detenernos para aprender y crecer.
Cuando vivimos una situación estresante lo común es repasarla en la mente una y otra vez ad infinitum; y las investigaciones muestran que esto puede tener un beneficio.
Imagina que comiste pesado y en abundancia, ahora te duele el estómago, tienes indigestión o nauseas. Estos síntomas se quedarán ahí hasta que hayas digerido y procesado la comida, ¿cierto? Pues con las pesadillas, los recuerdos dolorosos y los pensamientos negativos, sucede lo mismo. “Son señales de que el asunto todavía no esta concluido o cerrado. La manera de digerirlo es recordar la realidad y hablarla para separar los hechos de la experiencia”, comentan los investigadores.
El estudio se llama "Terapia de exposición imaginativa" y se realizó en la Universidad de Oxford en mayo de 2005. A un grupo de pacientes que vivió una experiencia traumática se le pidió que reviviera el suceso en la memoria de la manera más realista posible. El objetivo del estudio era que lejos de olvidar el incidente, las personas lo recrearan para procesarlo y entenderlo hasta hacer las paces con el pasado.
Después de tres meses se encontró que quienes participaron en dicha terapia redujeron 50 % la probabilidad de sufrir el llamado "efecto post traumático", en comparación con otros pacientes que no participaron en el procedimiento.
Con frecuencia fingimos una actitud para evitar ver o sentir una realidad; esto puede causarnos más estrés que el estrés derivado del suceso mismo. Démosle la bienvenida a esa emoción y sus consecuencias. Consideremos que el estrés es una respuesta natural del organismo para avisarnos que es hora de abastecernos. ¿De qué? Quizá de aceptación, perdón, buenos pensamientos y buenas emociones. Claro, una vez que hayamos digerido la experiencia. Ver la realidad siempre será mejor que fingirla.