date un regalo | Gaby Vargas

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Durante las vacaciones me enteré del caso de José, un esposo y padre de familia ejemplar, que vivía una vida saludable, comía bien, hacía ejercicio y tomaba vitaminas. Un día, mientras trabajaba, José sintió un dolor intenso en el pecho. Fue al hospital de inmediato, pero resultó demasiado tarde. Los médicos descubrieron que tenía un tumor en el pecho que había crecido durante meses, de haberlo detectado a tiempo, José seguiría entre nosotros. Salió a la conversación la importancia de hacerse una revisión médica de manera periódica y mi asombro fue mucho al saber que varios de los que ahí estábamos no se la había hecho.

 

El inicio de año es, sin duda, un momento propicio para la reflexión y la renovación de propósitos. Si estamos de acuerdo en que a esta vida venimos a gozar, aprender y desarrollarnos podremos darnos cuenta de lo importante que es revisar, cuidar y mantener la maquinaria que nos lo permite: el cuerpo.

 

Cada enero, uno de los deseos de año nuevo más populares es tener salud. Decimos que lo demás está en nuestras manos. Cuando se ha vivido  de cerca lo que carecer de salud significa en términos de calidad de vida, tanto para el paciente como para el resto de la familia, se comprueba que en una situación así la vida se opaca.

 

Al mismo tiempo, con una especie de pensamiento mágico, creemos, como José, que nuestro cuerpo vivirá saludable siempre. Pensamos que seremos jóvenes y fuertes eternamente. Ignoramos que, de manera irremediable, todos estamos contagiados de un virus letal que se llama “tiempo”.

 

Así, te pregunto, querido lector, querida lectora, ¿hace cuánto tiempo no te haces una revisión médica? Quizá, de momento, el tema te parezca aburrido o lo rehuyas, pero tal vez un día me lo agradezcas. Este año que terminó, por ejemplo, ¿fuiste al dentista al menos dos veces para limpieza dental, al cardiólogo una vez al año para hacerte un electrocardiograma y revisar tu presión arterial? ¿Te has realizado una mastografía, un papanicolaou o antígeno prostático? ¿Ya te revisaste los ojos, los oídos, fuiste a un dermatólogo para que te examine los lunares y las manchas en la piel con una lupa? ¿Te has sacado un análisis de sangre para ver el nivel de las hormonas, el colesterol o los niveles de glucosa? O bien, ¿has llevado a cabo una densitometría ósea?

 

Recuerdo, cuando un día, mi querida suegra se cayó de las escaleras y se fracturó la mano y el brazo en mil pedazos. No estaba enterada de que tenía osteoporosis avanzada. O cuando a una sobrina le extrajeron a tiempo un pequeño tumor cancerígeno gracias a que se realizó una mamografía que le salvó la vida.

 

Si decimos que la salud es nuestro bien más preciado, llama la atención cuánta más importancia le brindamos al mantenimiento de un auto, una moto, un aparato o una máquina de trabajo, que a nuestro organismo. Así como se hace con los autos, sería bueno que hubiera una verificación obligatoria personal que nos permitiera o no circular. Si tienes más de 35 años se aconseja hacerse una revisión anual.

 

Quienes hemos vivido los años suficientes, podemos contar muchas historias de personas que al igual que José, vivían una vida saludable, comían bien, hacían ejercicio y tomaban vitaminas y, de un día para otro, fallecieron de manera sorpresiva; o bien, acudieron al médico por un tema menor, para enterarse que su verdadero problema era otro mayor.

 

Te invito, entonces, a que te des un regalo y acudas a algún lugar que te ofrezca una revisión médica general. No está sólo en manos de Dios el día que dejemos este plano, también lo está en las nuestras.

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